La presión arterial es una constante vital que contribuye al envío y distribución de los nutrientes que el cuerpo utiliza para efectuar sus demandas metabólicas. Los estudios poblacionales sitúan las cifras de presión arterial normal entre 90-140 mm de Hg para la presión arterial sistólica y entre 60-90 mm de Hg la presión arterial diastólica, con una media estimada en 120/80 mm de Hg. Cuando las cifras de referencia antes descritas superan de manera persistente, los valores considerados como normales, entonces hablamos de hipertensión arterial. En promedio, el 25% de la población mundial sufre de hipertensión arterial; sin embargo este porcentaje aumenta, conforme los seres humanos envejecen.
Solo en los Estados Unidos, alrededor de:
75 51% millones de personas son hipertensas
81% lo sabe
51% logra un control adecuado de la tensión arterial
Las causas que producen aumento de la presión arterial se desconocen en la mayoría de los pacientes (90%) y se les denomina como hipertensos esenciales. 10 % de los pacientes hipertensos se descubre alguna anomalía anatomo-funcional que incluye enfermedades de los riñones y las glándulas suprarrenales.
La detección de estas anormalidades es importante porque los pacientes pueden ser curados al corregir el defecto y no necesitan tratamiento con medicamentos por tiempo indefinido. En el paciente hipertenso de etiología desconocida, a pesar de no identificarse una causa específica, existen múltiples factores que favorecen su desarrollo. Estos elementos conocidos como factores de riesgo cardiovascular incluyen los que no pueden modificarse como es la herencia y el género; y los modificables como el sobrepeso, el consumo de sal, la vida sedentaria, el tabaquismo y los trastornos del metabolismo del azúcar (prediabetes y diabetes). La mayoría de pacientes que sufren de hipertensión no refieren síntomas, sólo aproximadamente el 10% de ellos se quejan de dolor de cabeza cuyas características principales incluye: localización en la región occipital del cráneo, aparece en horas de la mañana, tiene una intensidad y duración variables, desaparece en el transcurso del día o puede ser aliviada con analgésicos comunes como el acetaminofén. Por esta presentación clínica prácticamente asintomática, se le ha considerado como un asesino silencioso.
El tratamiento de la hipertensión arterial, no solo pretende disminuir la cifras de presión, si no evitar las complicaciones cardiovasculares que pueden aparecer con el tiempo, incluyendo el ataque al corazón (infarto del miocardio), el derrame cerebral (evento cerebrovascular) o la oclusión de la circulación de las arterias de la piernas (enfermedad vascular periférica).
Dr. Marco Antonio Rodas Estrada – Medicina Interna Cardiología